jueves, 20 de marzo de 2014

Juntos



Y se servían la ensalada de pasta mientras no podían ocultar la felicidad en sus ojos. Creo recordar que hablaban de películas, de viajes, de gente que conocían y de hacer una pequeña escapada a algún lugar. De repente ella le rozó con su mano en la rodilla y lanzó un suspiro al aire. Él la miró y sosteniendo su mano se levantó de la silla y se dirigió a la cocina. En el horno había un trozo de pan que se estaba calentando para completar esa cena que significaría un nuevo camino en sus vidas. Los dos sabían que todo había cambiado, que el tiempo había pasado, pero se reconocían el uno al otro cuando se miraban a la cara. No era algo que hubiesen podido hacer en mucho tiempo y yo, que los observaba desde la cama, también me di cuenta de eso. Habían estado hablando durante horas mientras se paseaban por la ciudad en busca de un regalo para un amigo. Encontraron el regalo y también el momento para hablar. Hablar, hablar, hablar. Llevaban más de un mes dándole vueltas a la cabeza y en realidad ninguno de los dos sabía lo que quería; pero eso nos pasa a todos alguna vez, ¿no?
No me llego a imaginar las cosas que se dijeron, ni tampoco las que se quedaron por decir, pero la cuestión es que llegaron los dos juntos a casa y que ella ya no dormiría sola esa noche.

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